La ruta del lucro

lucroSergio Prince Cruzat // Cuando a principios de los ’80 se inició la reestructuración del sistema universitario chileno, la dictadura militar se movía a partir de dos ideas complementarias:  eliminar el poder político que se concentraba en unas pocas grandes universidades de cobertura nacional y dar el puntapié inicial al desmantelamiento del Estado para llevarlo a su mínima expresión. En este ideario ochentero no se visualizaba el lucro, la calidad o la mercantilización de la educación superior. De hecho, las primeras universidades que vieron la luz por aquellos años, la  Gabriela Mistral y la Adolfo Ibáñez, estaban coronadas con un aura de calidad y solvencia académica.

Luego, vino un  período en que se multiplicaron los proyectos académicos de corta y larga duración. En aquellos años, surgió una universidad en la ciudad de Quillota, la Universidad Regional El Libertador de los Andes, formada por una sociedad de un par de académicos y el dueño de una «empresa constructora» que en sí era un personaje algo kafkiano: gustaba de viajar a los casinos de las Vegas y se vanagloriaba de ser dueño de una universidad apenas sabiendo leer y escribir. El «escudo» que simbolizaba aquella casa de estudios lo diseñó un joven artista local copiando el diseño heráldico de un  jarrón cervecero. Tiempo después, el rector de esta universidad ubicada a un costado de la Gobernación de Quillota, en calle O’Higgins, se vio envuelto en líos de faldas con algunas de las pocas estudiantes que cursaban la carrera de psicología. Tiempo después, entre demandas, deudas impagas y una retirada poco honrosa de los miembros del directorio, la Universidad Regional pasó a dormir el sueño de los justos.

Este ejemplo fue el anuncio del fracaso de varias instituciones que nunca lograron consolidarse como verdaderas universidades. Sin embargo, otras corporaciones con más recursos pero con el mismo espíritu mercantilista, dieron el salto adelante y así iniciaron el tránsito de un sistema de educación superior a un «mercado educacional» al que se accede por el mérito de los créditos y las cuentas corrientes. ¿Se esperó demasiado? o ¿ la idea fue, desde un principio, permitir que la mano invisible del mercado lo organizara todo? Los que diseñaron el sistema tiene una profunda responsabilidad moral que está cubierta por los números azules en sus cuentas corrientes.

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